En esa edición, Dominicana se ubicó en el puesto número 6, mismo lugar que ocupa en el medallero histórico de estos juegos (690 preseas, 126-214-350), inaugurados en 1926.
Fue en Maracaibo, donde por primera vez Quisqueya supera las 50 medallas, y se coloca con 71 y sostiene la cifra de manera estable. Previo a ese año, se subía y bajaba de cantidad invariablemente. Ese número no significó un progreso en el puesto general, ya que terminó en el sexto lugar, mismo peldaño que conquistó en los Juegos de Ponce 1993 y México 1990.
La razón del cambio significativo en el medallero, desde Maracaibo ’98 viene marcada por unos factores que enriquecieron el rendimiento atlético y sofocó la falta de sistematización.
La inversión gubernamental en el deporte comenzó a ser más acentuada. Se forma, bajo el gobierno de Leonel Fernández y la dirección del entonces secretario de Deportes, Juan Marichal y la promoción de Felipe Payano, el programa Parni, esto le da un soporte económico a los atletas. Además, se registra la entrega de fondos a tiempo para el Comité Olímpico Dominicano para la delegación.
En este período se produce la concentración permanente de atletas en la Villa Olímpica, cambia la alimentación, y se crea un mayor desarrollo técnico con el acuerdo de contratación de técnicos cubanos.
Para los Juegos de 2002, Dominicana se adueña de 132 medallas, claro, sin la presencia de Cuba. Sigue el Parni, pero también se crea la entrega de fondos fijos para las federaciones deportivas, decisión adoptada por el entonces secretario de Deportes, César Cedeño.
Para cuando desfilen los atletas criollos en el Estadio Luis “Pirata” Fuente, de Veracruz (14-30 de noviembre), ellos serán responsables de mantener a Dominicana luchando por un quinto puesto en estos Juegos. Más ahora que Cuba está.
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