"Lo que nos une hoy, mañana y en el próximo mes es el amor a este hermoso juego", dijo Blatter durante su discurso ante invitados y dirigentes del fútbol para inaugurar el Congreso anual de la FIFA. "Ellos (los fanáticos) quieren estar aquí, quieren vivir esta fiesta".
Blatter no hizo mención a las dificultades que tuvo Brasil para prepararse a fin de organizar el torneo, cuyo costo de más de 11.000 millones de dólares ha causado indignación pública.
La presidenta brasileña Dilma Rousseff se ausentó de este acto ceremonial pero planea asistir al partido que abrirá la Copa del Mundo, entre Brasil y Croacia, el jueves en Sao Paulo.
Blatter trató de establecer un vínculo con Rousseff, al señalar, "juntos, hemos dicho que este Mundial debe ser un gran suceso, no sólo para Brasil sino para el mundo".
El ministro brasileño de los Deportes, Aldo Rebelo, dijo que su país ofrecía "instalaciones modernas y funcionales".
"Hemos trabajado duro por la Copa y esperamos ganarla", afirmó Rebelo. "Pese a que esto (el fútbol) fue inventado por otros pueblos, ha adquirido condición de arte en Brasil".
Fue un día difícil para Blatter, quien habló ante lo que llama "la familia del fútbol" horas después de que los dirigentes europeos lo instaron a no buscar la reelección.
Los miembros de la Unión de Asociaciones de Fútbol Europeas (UEFA) dijeron a Blatter que debía asumir la responsabilidad por los escándalos y la publicidad negativa para la FIFA durante su gestión. En consecuencia, señalaron, debería dejar el cargo el año próximo.
"Estamos de ánimo festivo", dijo sin embargo Blatter, quien consideró que esas "discusiones" podían esperar al miércoles, día formal de trabajo en el Congreso de la FIFA.
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