La sede del primer encuentro del Mundial de 2014 es toda una incertidumbre hasta para los propios organizadores.
Muchos tienen dudas de si funcionará debidamente hoy, cuando sea llenado a su máxima capacidad- 61,600 espectadores- y si éstos, incluyendo a jefes de Estado y personalidades extranjeras, estarán a salvo.
Ayer en la tarde, obreros de la prefectura de Sao Paulo aún daban los últimos toques a obras de infraestructura en las afueras del complejo, inmerso en un suburbio y a más de una hora en auto del centro de Sao Paulo.
Las huellas de los retrasos eran evidentes: paredes sin retocar y cajas de cables tiradas por las tribunas.
El centro de prensa comenzó a llenarse ayer miércoles, debido a los reconocimientos de cancha que realizaban Brasil y Croacia. Estaba operativo.
"La sensación es que todo marcha tan rápido, que hay apuros en los últimos preparativos, pero al menos tenemos lo básico", comentó a The Associated Press, Cristina Cubero, una periodista de Barcelona, España, que cubre su séptima Copa Mundial. La organización y construcción de las sedes y obras de infraestructura en transporte han estado plagadas de cuestionamientos por los retrasos, aparte del enojo de los brasileños por lo que consideran un despilfarro en los gastos para poner en marcha las obras y por los supuestos actos de corrupción.
De las 12 sedes, la que más dolores de cabeza generó a los organizadores fue precisamente el Itaquerao, debido a los retrasos en la construcción, y también por el drama que representó la muerte de tres obreros durante su ejecución. Se trata de una obra inconclusa, y que albergará el choque inaugural, a pesar de que la FIFA no logró que se hiciese allí una prueba final con el estadio a su máxima capacidad.
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