En un año donde referentes ofensivos como Albert Pujols, David Ortiz, José Bautista y Alex Rodríguez, lanzadores como Ubaldo Jiménez, Ervin Santana y Francisco Cordero, por diferentes razones, compilaron estadísticas por debajo, la representación quisqueyana contó con una serie de figuras que superó las expectativas o mantuvo su rendimiento.
En ese último grupo entran Wilín Rosario, Pedro Álvarez, Carlos Gómez y José Reyes, Santiago Casilla y Pedro Strop.
Encarnación fue el jugador de mayor progreso, y salvo en bateo y dobles, logró los mejores números ofensivos de su carrera, con 42 jonrones y 110 carreras impulsadas como principales activos.
Ni Canó ni Beltré ganarán el premio al Jugador Más Valioso de la Liga Americana porque delante de ellos tendrán dos fenómenos como candidatos (Miguel Cabrera y Mike Trout), pero sí recibirán menciones.
Aramis Ramírez superó un primer mes para el olvido y logró su mejor campaña ofensiva en cinco años, con 50 dobletes, promedio de .300 y 105 vueltas producidas.
Rodney y Soriano llegaron a los entrenamientos con la mentalidad de trabajar como relevistas medios o preparadores de mesa, pero en sus equipos los cerradores titulares se lesionaron y ellos llenaron los huecos igual o mejor.
Rodney logró la mejor efectividad (0.60) en la historia de las Grandes Ligas para un lanzador con más de 60 entradas de trabajo, y salvó 48 rescates.
Las notas discordantes las pusieron Melky Cabrera, Bartolo Colón y Guillermo Mota, que arrojaron positivo en pruebas de dopaje y en el caso de los dos primeros arruinaron actuaciones merecedoras de mucha admiración hasta que se descubrieron sus casos.
Mientras Manny Acta pagó los platos rotos por unos Indios de Cleveland que se desplomaron en los últimos dos meses y medio de la temporada.
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